Tener una, otra, nieta merecía un remozado. A mí me gusta como queda; transmite, o lo intenta, un estado de ánimo que es algo así como el fútbol cuando se gana porque se ha jugado mejor que el contrario. En esto uno es su máximo competidor, casi se palpa, se hace tangible lo que pesa la atmósfera que te rodea. Te adivinas, es un decir, las tretas y te pierdes cuando intentas buscarle alternativa al ataque que tú mismo te planteas. Réplica tras réplica la cosa pierde sustancia y en vez de centrarse se extravía hasta que nacen las flores de piel casi inexistente. Son los nietos propulsores de una euforia tonta, tupi, gil, tolili... adorable.
Mi mininieta ya tiene cinco días.
No subo foto porque no quiero imaginarme un montaje con su cara y hay mucho hijo de puta suelto. Si no...
tuitintuitinin
Procuraré no ser plasta. Lo que quiere decir que quizás no pase mucho por aquí. No tengo ni idea de qué va a ir éste, sólo tengo claro que no va a ser como los demás que ya poseo. Un escalofrío recorre mi espina dorsal de un modo tan inexplicable que aquí lo dejo. Aunque debo, he de evitar un muy incómodo y feo espacio blanco.
viernes, 5 de febrero de 2010
Apoteosis inicial
Hojos que no ven, corazón que no se siente.
Soy un fan convencido de la ortografía singular que sirve como excusa inexcusable.
Aunque quizás
debería decir aparato digestivo o más allá aun de aquellos vientos.
Soy un inmoral con t intercalada entre la erre y la a.
Un intemporal arrasador en su sordera tan comunicativa con ayer tan de mañana. Tan tempranera,
amarilla, como la calculeada llamémosle amistad
con final desencantante.
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